Incorporar nuevas materias y enfoques de aprendizaje en el currículo escolar no es una idea nueva, pero la urgencia que hoy requiere para el bienestar de los jóvenes de todo el mundo no tiene precedentes. La educación climática es la asignatura más importante que necesitan los estudiantes si queremos una generación capaz de adaptarse a un paisaje global afectado por la crisis climática.
Un gran ejemplo al que recurrir mientras luchamos por introducir formalmente la educación climática en las escuelas es el aprendizaje socioemocional. Enseñar aprendizaje socioemocional (SEL) a estudiantes K-12 ha sido tanto una respuesta a una mayor exposición de los jóvenes a la violencia como una iniciativa proactiva adoptada por escuelas de todo el mundo para equipar a los jóvenes con las habilidades necesarias para su bienestar general y desarrollo personal.
La aplicación del aprendizaje socioemocional en las escuelas ha evolucionado significativamente en las últimas décadas. Inicialmente, los conceptos de SEL se integraron informalmente en las filosofías educativas, enfatizando el desarrollo holístico. En la década de 1990 se popularizó la idea de “inteligencia emocional”, enfatizando la importancia de comprender y gestionar las emociones.
Luego, en 1994, la Colaboración para el Aprendizaje Académico, Social y Emocional (CASEL) comenzó a desempeñar un papel clave en la promoción del SEL como un componente crítico de la educación. Desde entonces, una extensa investigación ha respaldado el impacto positivo del SEL en el rendimiento académico, el comportamiento y el bienestar general.
Curiosamente, el marco SEL está disponible en todo Estados Unidos, y los 50 estados incluyen competencias SEL en sus estándares educativos. La integración formal del SEL en las escuelas subraya su importancia vital. De manera similar, ahora nos encontramos en una encrucijada en la que debemos comunicar la importancia crítica de incorporar formalmente la educación climática.
La educación climática es un pilar en la lucha contra la crisis climática global, una preocupación que afecta a todos los individuos del planeta. Hace 53 años, en el primer Día de la Tierra, estudiantes y futuros activistas se reunieron con un grito de guerra a favor de la educación como catalizador de un futuro más verde.
Fue un momento crítico que llevó a la creación de la Agencia de Protección Ambiental, la Ley de Aire Limpio y la Ley de Agua Limpia. Desde entonces, las personas que luchan por proteger nuestro planeta se han unido detrás de una verdad constante: la educación fomenta el empoderamiento, la iluminación y la búsqueda inquebrantable del progreso.
Aunque se han logrado avances, la educación climática aún no ha alcanzado el nivel de integración formal que imaginamos. Esto plantea una pregunta que invita a la reflexión: si podemos reconocer la profunda importancia del SEL, ¿por qué es más difícil comprender la importancia de la educación climática?
Los estudiantes quieren sentirse escuchados y reconocidos. Al integrar formalmente la educación climática en los planes de estudios K-12, los docentes podrían recibir las herramientas para comprender de manera efectiva la verdad sobre la crisis climática, comunicar sus sentimientos al respecto, permitir un pensamiento más crítico y fomentar un sentido de compromiso para combatir activamente nuestros problemas más apremiantes. desafío global tiempos.
Necesitamos solucionadores de problemas, pensadores críticos y optimistas. Los estudiantes son el futuro, lo son ahora. A medida que navegamos por la crisis climática, la educación climática está emergiendo como una fuerza que da forma a la comprensión y la acción social, llevándonos hacia un futuro donde la conservación, el progreso y la responsabilidad se cruzan. Las iniciativas de alfabetización ambiental de EARTHDAI.ORG lideran el cultivo de un futuro ambientalmente consciente, fomentando el compromiso con el medio ambiente y una economía verde a través de una innovación hábil y sostenible. Para obtener más información, visite: Earthday.org