Los terremotos son fenómenos aterradores que se producen sin previo aviso. Pero algunos creen que existe un sistema de alerta temprana: los animales.

A lo largo de los siglos, la gente ha afirmado haber visto a animales huir o abandonar sus madrigueras semanas, días u horas antes de que se produzca un temblor. Pero, ¿tiene fundamento científico esta creencia?

Terremoto

Es cierto que los animales pueden percibir un terremoto, normalmente unos minutos antes que los humanos, afirma Michael Blanpied, coordinador asociado del Programa de Riesgos Sísmicos del Servicio Geológico de EE.UU. (U.S. Geological Survey Earthquake Hazards Program). Este programa, creado por el Congreso en 1977, vigila e informa sobre los terremotos, evalúa su impacto y peligrosidad e investiga sus causas y efectos.

Pero se trata de una reacción, añade Blanpied, no de un talento especial para predecir cuándo o dónde puede producirse un seísmo. 

Algunos investigadores han teorizado que ciertas criaturas pueden detectar señales que los humanos no pueden, como sutiles inclinaciones del terreno, cambios en las aguas subterráneas o variaciones en los campos eléctricos o magnéticos.

A los sismólogos les encantaría disponer de un sistema de alerta temprana de terremotos, pero los animales no parecen ser la respuesta, afirma Blanpied.

«El momento más probable para que se produzca un gran terremoto es después de un pequeño seísmo», afirma. Pero incluso saber que los pequeños terremotos engendran otros grandes no es de mucha ayuda. Un seísmo no permite a los científicos saber con exactitud cuánto falta para el siguiente, ni siquiera dónde tendrá su epicentro. El seguimiento de los seísmos no es tarea fácil, dado que la Tierra experimenta millones al año, muchos de los cuales apenas se perciben.

Grecia

Los humanos creen desde hace mucho tiempo que los animales saben que se avecina un seísmo. A lo largo de la historia -empezando por la antigua Grecia- se ha observado que los animales huían de una zona en la que posteriormente se producía un terremoto. Sin embargo, las observaciones se recordaban en retrospectiva, después del seísmo.

Es difícil documentar -antes de que se produzca un seísmo- que el comportamiento de los animales ha cambiado, sobre todo porque los seísmos ocurren sin previo aviso, explica Blanpied. A finales de la década de 1970, el USGS patrocinó un proyecto de observación continua de roedores de laboratorio en el sur de California para ver si se producía un estallido de actividad justo antes de un seísmo. Desgraciadamente, no se produjo ningún seísmo mientras duró el estudio.

Jim Berkland, geólogo de la bahía de San Francisco, se dio a conocer al predecir con exactitud el terremoto de Loma Prieta de 1989 en el norte de California. Su predicción se basó, en parte, en los anuncios clasificados de los periódicos locales, que, según él, demostraron que en la semana anterior al seísmo, de magnitud 6,9, había desaparecido un número de animales domésticos mayor de lo habitual.

Berkland no fue el único en afirmar que la desaparición de animales domésticos era indicio de algo. Sin embargo, el USGS afirma que la teoría de la desaparición de mascotas no se sostiene, y como prueba señala un estudio de 1988 que refuta la afirmación.

Según Blanpied, la agencia no descarta de plano la posibilidad de que la actividad de los animales sirva de indicador. Lo que ocurre es que el USGS no ha recibido muchas solicitudes de financiación para este tipo de estudios y no es probable que los lleve a cabo por su cuenta, afirma. En su página web, la agencia señala un estudio del año 2000 del sismólogo Joseph L. Kirschvink, en el que se sugería que la respuesta instintiva de lucha o huida de los animales podría haber evolucionado a lo largo de los milenios para convertirse también en una especie de sistema de alerta temprana de fenómenos sísmicos. Sugirió formas de estudiar cómo podrían reaccionar los animales ante posibles precursores de terremotos, como inclinaciones del terreno, cambios en las aguas subterráneas o variaciones en los campos eléctricos o magnéticos.

Muchos de los que creen que los animales pueden percibir los terremotos se remiten a los trabajos de Friedemann T. Freund, investigador científico del Instituto SETI (dedicado a la búsqueda de vida extraterrestre). Freund lleva décadas postulando que las rápidas tensiones que se producen en la corteza terrestre justo antes de un seísmo provocan grandes cambios en los campos magnéticos, que los animales pueden percibir. Blanpied dice que estas teorías «han sido rotundamente cuestionadas y criticadas», porque no cabría esperar cambios rápidos de tensión antes de un seísmo, y porque tales cambios nunca se observaron ni registraron fuera del laboratorio de Freund.

Freund sigue impertérrito. En 2015, él y sus co-investigadores publicaron un estudio que mostraba que los animales del Parque Nacional Yanachaga de Perú básicamente desaparecieron en las semanas previas a un terremoto de magnitud 7,0 en la región en 2011.

Animales

Los animales son capaces de detectar la primera de las ondas sísmicas de un terremoto: la onda P, u onda de presión, que llega antes que la onda S, u onda secundaria de sacudida. Según Blanpied, es probable que esto explique por qué se ha visto a algunos animales reaccionar con brusquedad, mostrarse confusos o correr justo antes de que el suelo empiece a temblar. Además, algunos animales, como los elefantes, pueden percibir ondas sonoras de baja frecuencia y vibraciones de las pretemblores que los humanos no pueden detectar en absoluto.

Justo antes del terremoto de magnitud 5,8 que sacudió la zona de Washington D.C. en 2011, algunos de los animales del Zoológico Nacional del Instituto Smithsonian armaron jaleo, dice Kenton Kerns, biólogo de pequeños mamíferos del zoológico. Entre ellos estaban los lémures, que empezaron a «llamar» -vocalizar en voz alta- unos 15 minutos antes de que los cuidadores sintieran temblar el suelo. Los cuidadores recordaron la actividad después del seísmo.

Los lémures -pequeños primates de Madagascar– vocalizan mucho cuando están enfadados y pueden expresar sus quejas varias veces al día, explica Kerns. Lo que significa que no es posible saber si percibieron el inminente terremoto o si algo más les perturbó por casualidad.

Entonces, ¿por qué los humanos se aferran a la idea de que los animales son pronosticadores? «Creo que la gente se siente reconfortada con la idea de que habría algo que haría predecibles los terremotos», dice Blanpied.

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